Judith Butler y la performatividad del género

El concepto de “performatividad” en Judith Butler

En esta entrada sobre el concepto de “performatividad” en Judith Butler, recorremos parte de las ideas centrales de su libro El género en disputa. El feminismo y subversión de la identidad, publicado en el año 1990. Es éste un libro fundacional para el feminismo contemporáneo, al que ella misma intenta radicalizar a través del rechazo de las posturas  “identitarias”, “esencialistas”, “sustancialistas”, que entiende como impedimento para el pleno reconocimiento de la diferencia y la diversidad en general.

El “esencialismo” en la metafísica tradicional

En efecto, el esencialismo es la posición metafísica que postula la existencia de características esenciales y permanentes en los objetos, entidades o conceptos. En otras palabras, implica la creencia de que las cosas tienen una “naturaleza fundamental” y definitoria que las distingue y les da su identidad única. Esta naturaleza esencial se considera inmutable y trascendente a las circunstancias y variaciones superficiales y materiales del objeto en cuestión.

Ahora bien: partir de conocer el “verdadero ser” de las cosas, la “forma esencial” de los seres, la metafísica no es solo una forma de describir el mundo, sino que históricamente ha sido también una forma de prescribirlo, de sostener cómo debe comportarse. En este caso, si la supuesta “esencia” o “naturaleza” de los seres humanos es ser “hombre” o ser “mujer”, la posibilidad de trasgredir esas únicas dos opciones es considerada como un acto “contra natura”, como una imposibilidad estructural, una patología que atenta contra el “verdadero ser” de los seres humanos.

¿Qué significa el concepto de “Performatividad” en Judith Butler?

En la teoría feminista, entonces, el esencialismo de género sería la posición que asume que la “naturaleza femenina” es universal, y que se identifica con aquellas características consideradas como propias exclusivamente de “la mujer”. Es en este sentido que, siguiendo a Nietzsche, Butler cuestiona “metafísica de la sustancia”, entendida como otra forma de aludir a este tipo de posiciones sustancialistas.

Simone de Beauvoir: “No se nace mujer, se llega a serlo”

Con esta estrategia en mente, Butler toma como punto de partida la célebre frase de Simone de Beauvoir en El segundo sexo: “No se nace mujer, se llega a serlo”, frase con la que esta autora francesa instala ya claramente una idea antiesencialista del género. Es que, aunque Beauvoir no utiliza en su texto la palabra “género” -que se comienza a imponer a partir de los años 70-, con esta idea de “llegar a ser” está aludiendo claramente a que las diferencias entre hombres y mujeres no son simplemente resultado de la naturaleza, sino el producto de las normas y expectativas impuestas por la sociedad a lo largo de su proceso de socialización.

En otras palabras, para Beauvoir nadie “nace” con un género determinado, sino que éste  siempre es adquirido. De este modo, el género es entendido aquí como el conjunto de identidades, roles, expectativas, comportamientos y estereotipos asociados a ser considerado “hombre” o “mujer” en una sociedad determinada.

La teoría de la “performatividad” de género

Es sobre esta idea base que se instala el aporte de la propia Judith Butler, con su teoría de la performatividad del género. Para ella, decir que el género es performativo significa que los humanos damos origen constantemente una serie de “efectos” que gradualmente van consolidando ante nosotros mismos y los demás la manifestación de una supuesta “realidad interna”, aunque en realidad se trata de un “fenómeno” producido y reproducido constantemente a lo largo de la vida.

Por lo tanto, como para Beauvoir, para Butler nadie es un “género” desde el inicio. Se trata de un trabajo continuo, en un marco social y político. Los géneros son, así  “efectos de verdad” que construyen una cierta de “identidad” como una “máscara que hace rostro”, y van configurando aquello que creemos ser y que parcialmente terminamos siendo. Gestos, movimientos, modos de hablar, de vestir, de conducirse en parte elegidos y en parte surgidos de manera inconsciente, se articulan sin un “modelo”, sin una idea platónica a la que copiar y sin un fin verdaderamente alcanzable.

Una vez más para Butler, como para Nietzsche, todas las categorías psicológicas (el yo, el individuo, la persona) proceden de la ilusión de una “identidad sustancial”. Y esta ilusión engaña no sólo al sentido común, sino también a los filósofos, en la medida en que se basan en la creencia en el lenguaje, y en la verdad de las categorías gramaticales.

En este sentido, si para la “metafísica de la sustancia” el sujeto es un sustantivo, Butler, continuando con el juego gramatical, propone ahora una ontología instalada en base a gerundios: “haciendo”, “dramatizando”, “reproduciendo”, “deviniendo”, lo que contribuye a pensar al género y al cuerpo como algo en permanente reestructuración. No obstante, Butler alude a la paradójica idea de la “parodia de género” con la que refuerza la idea de una “imitación” de un supuesto “género original” que, en rigor, no existe en ningún lado.

Así, en su concepción performativa del género, Butler afirma que éste se constituye en la repetición de gestos, posturas, movimientos, acciones, lenguajes, que tienen un efecto constructivo sobre la identidad. La repetición de estas acciones produce una “estilización” del cuerpo, que luego parece sedimentarse en la corporalidad de los sujetos, dando la impresión de ser el reflejo de una interioridad “anterior” y “esencial”.

La matriz heteronormativa

Ahora bien: ¿qué es lo que decide qué construcciones de género resultan socialmente  “inteligibles”, “autorizadas”, “ligitimadas” y cuáles no? Para Judith Butler ese rol lo cumple la así llamada “matriz heterosexual”, el sistema normativo con capacidad de producción en serie de dos únicos tipos humanos: varón o mujer. Es esa matriz la que regula nuestro “juego de improvisaciones” en un marco de imposiciones heterosexistas, estableciendo, por un lado, como “evidente”  y “natural” ciertas formas de ser – mujer, hombre- frente de otras formas patologizadas por ser consideradas como “ininteligibles”, “desviadas”, “fallidas”.

Para la matriz heterosexual, los géneros no son más que la expresión de un identidad preexistente, a priori y originaria que dará por resultado a los “hombres” o a las “mujeres” como únicas posibilidades y manifestaciones del ser en tanto ser humano, sin considerar su propia historia de vida ni su contexto social. Precisando un poco más la idea, los géneros considerados como “inteligibles” son los que instauran y mantienen relaciones de coherencia y continuidad entre sexo biológico (macho- hembra), género (masculino- femenino), deseo heterosexual y práctica sexual heterosexual.

¿Y el “sexo”, también es “construido”?

No obstante, en Simone de Beauvoir, el sexo biológico (macho – hembra), es visto todavía como un “hecho natural”, sustentado en características físicas y fisiológicas como cromosomas, genitales, gónadas y estados hormonales. El sexo es entonces algo “dado”, que no podemos modificar.

Michel Foucault

Ahora bien: es aquí donde Judith Butler avanza más lejos que esta autora, al sostener que no sólo ve al género como una “construcción social” sino también al propio “sexo”. Pone en duda, así, que el sexo, entendido como una categorización biológica, rígidamente dividida en dos, “macho” y “hembra”, sea algo “prediscursivo” y “naturalmente dado”.

Por el contrario, tal como Butler lo ve, entender al sexo como la “base material” o “natural” del género, es el efecto de un régimen de producción binario que contribuye a ver al sexo como algo como ajeno a las categorías y producciones culturales existentes. No obstante, Butler toma de Foucault la idea de que lo que hay son cuerpos ya “construidos culturalmente”, lo cual no permite dar cuenta de un “sexo natural”, porque cualquier acercamiento a un cuerpo se da ya a través de la cultura y del lenguaje. No hay, en rigor, un “sujeto prediscursivo”, ni posibilidad de un acceso a un cuerpo “originario”, “puro” e “independiente” de las relaciones de poder. Para ella, entonces, todo cuerpo es inevitablemente un cuerpo cultural en el que se inscriben la historia, las relaciones sociales, el poder, etcétera.

El sexo biológico está socialmente constituido, entonces, en la medida en que las propias categorizaciones de la biología y de la ciencia en general, son  construcciones lingüísticas en evolución. En este sentido, remarca cómo historiadores de la ciencia han demostrado que las categorías biológicas han venido cambiando en el tiempo, e incluyendo matizaciones a los dos sexos, como las que se dan dentro de las diversas formas de intersexualidad y los así denominados “hermafroditas” femeninos y masculinos, entre otras muchas situaciones de gran complejidad.

La noción de sexo "binario" es entendida en la actualidad como mucho más compleja.

En efecto, la intersexualidad es un conjunto de variaciones en las características sexuales y genéticas de los seres humanos que se manifiesta de formas diversas, no siempre obvias, y por lo tanto, abarca una amplia variedad de expresiones corporales. Se señala en este sentido que, aunque pudiera parecer que solo hay dos sexos, en el caso de los organismos con gametos diferenciados no es así, dado que existen diferencias que tienen su origen en el desarrollo de los caracteres sexuales durante la etapa fetal. Por eso, numerosos biólogos incluyen dentro de la definición de “sexo” el conjunto de características genotípicas y fenotípicas presentes en los sistemas, funciones y procesos de los cuerpos humanos.

De manera que, una vez más como en Nietzsche, y su idea de que, en definitiva “todas son interpretaciones”, Judith Butler insiste aquí en que estas nuevas formas de clasificar “lo dado” requieren de la mediación del lenguaje y que, por lo tanto, también nombrar y clasificar es, “producir” lo que somos.

Lenguaje y performatividad

Esto nos lleva a los vínculos de esta autora con los teóricos del giro lingüístico-pragmático, y en particular con John Austin en su obra Como hacer cosas con palabras. Es de allí de donde Butler toma su concepto de “performatividad”, ya que Austin alude a los enunciados performativos como aquellos que no se limitan a describir situaciones sino que, por el mismo hecho de ser expresados, realizan “el hecho”, como en el caso de jurar, declarar, prometer, etc. En otras palabras, son enunciados que no solo describen el mundo sino que también, en cierto sentido, lo crean.

En el caso que nos ocupa, entonces, también  el habla es responsable del reforzamiento y la imposición cotidiana que la matriz heterosexual -encargada de articular, desde el inicio, las exigencias de  “masculinidad” o “feminidad” que se nos imponen- realiza sobre nosotros. Por ejemplo, ya desde antes del nacimiento, se dice que bebé es, indefectiblemente,  un “niño” o una “niña”, o al crecer, se dice que un “hombre no debe mostrar sus emociones”, o que “una niña no debe comportarse de cierta forma”,  o aspirar a determinada vocación “que no es para ella”, etc. Se trata, entonces, de restricciones sociales que, a través del lenguaje, se presentan como “lo natural” y de “sentido común”.

Margen para la falla” y la “transgresión”

Lo positivo, para Butler, es que durante la performatividad que vamos llevando a cabo durante la vida, que vamos configurando en relación a nosotros mismos, hay siempre margen para la falla, el desplazamiento, la fisura, lo que posibilita a los seres humanos constituirse en algo distinto a lo que la matriz heterosexual permanentemente impone. De modo que la indeterminación en la performatividad del género posibilita la derivación hacia nuevas formas de ser; la repetición va introduciendo desplazamientos que permiten, entre otras cosas, el surgimiento de la diferencia.

De este modo, toda vez que, al intentar personificar el género tal como lo exigen los ideales normativos, estos resultan “inhabitables” para ciertas personas, los márgenes se van corriendo, permitiendo que se filtren deslices y nuevas configuraciones que dan lugar a lo nuevo. Como consecuencia de este razonamiento, Judith Butler se aleja del feminismo tradicional, dando origen a planteos “posfeministas”. Es que, si bien Butler reconoce el carácter jerárquico de la matriz heterosexual y el evidente dominio masculino por sobre lo femenino, considera que limitar el análisis a esa dualidad empobrece la cuestión y deja por fuera otros modos de construir subjetividades.

En efecto, para ella, la categoría de “las mujeres” ha entrado en crisis y deja ahora de tener su identidad estructurada en contraposición a la categoría de “hombre”, ya que insistir en estos dos términos implica, para esta autora, reproducir la matriz binaria y la lógica de lo “natural” o “esencial” que, precisamente, es lo que se está intentando desnaturalizar y deconstruir.

El “deseo de reconocimiento”

Por todo esto, en su libro Deshacer el género Judith Butler toma de Hegel toma la importante noción de “deseo de reconocimiento”, deseo que viene mediado claramente por la presencia de los demás. Nos humanizamos, dice Hegel, como parte de un proceso en relación con los Otros. De manera que el Otro, y el reconocimiento que pueda ofrecernos o no, se convierte, en este planteo, en parte esencial de la experiencia de existir y de hacerse a uno mismo junto a los demás, ya que siempre estamos “dando cuenta” de quiénes somos ante ellos.

Por eso, el objetivo de “desarmar la matriz binaria” está motivado, a su vez, por el intento de volver posible las vidas de las “sexualidades periféricas”, que son aquellas que no se ajustan a los parámetros dominantes, por lo cual sufren de rechazo social, discriminación y estigma. Es en este punto que el pensamiento de Butler tiene una dimensión ética fundamental, en la medida en que busca abrir el horizonte a fin de posibilitar nuevas formas de ser y vivir.

Judith BUtler y la teoría de la performatividad

Se ve más claro ahora por qué, siguiendo esta línea de pensamiento, se considera en la actualidad que las posturas “esencialistas” han dado pie históricamente para legitimar diferencias discriminatorias entre los seres humanos, apelando a lo que se intrepreta como su “esencia”, y de allí, dando lugar a posiciones homofóbicas, misóginas, racistas, y segregacionistas en general.

El problema que le concierne a Judith Butler, entonces, es el de evaluar cómo ser capaces de revisar y reformular las normas ya existentes que asignan reconocimiento de manera diferencial, haciendo sufrir a muchas personas. De allí que el tipo de pregunta que le interesa es: ¿qué constituye una vida “inteligible” y qué no? Pensemos, nos dice, en lo difícil que es para alguien que parece no encajar en los estereotipos, sufrir el acoso del bullying, o que muchas veces sean los propios padres los que les preguntan a sus hijos/as “¿por qué, simplemente, no puedes ser “normal”?”

Como afirma en Deshacer el género:

“He intentado aquí argumentar que nuestro propio sentido de persona está ligado al deseo de reconocimiento, y que el deseo nos posiciona fuera de nosotros mismos, en un reino de normas sociales que no escogemos totalmente, pero que proveen los horizontes y los recursos para cualquier tipo de sentido de la elección que tengamos.”

“Así, pues, cuando hablamos de derechos sexuales no estamos simplemente hablando de derechos relacionados con nuestros deseos individuales, sino de las normas de las que depende nuestra propia individualidad. Esto significa que el discurso de los derechos afirma nuestra dependencia, nuestro modo de ser en las manos de otros, el modo de der con otros y para otros, sin los cuales no podemos ser.”

Lo personal es político

Por lo tanto, para Butler, si bien las normas no pueden abolirse por completo en la vida social, sí pueden ser debilitadas, repensadas y modificadas. Considera, así, que debemos saber detectar que hay poderes institucionales y prácticas informales tratando de normalizar -es decir, de mantener a las personas fijamente ligadas en su supuesto “lugar de género” correspondiente-, a fin de revaluar este tipo de prácticas, nos dice, disminuyendo, al menos en parte, su función disciplinadora.

Judith Butler propone crear "alianzas transversales" en la lucha por la diversidad.

Para ello Butler aboga por la posibilidad de tejer “alianzas transversales” entre todos aquellos que crean, por diversos motivos, que ésta es una causa digna de ser defendida. Para ella, el “sujeto político” no existe en abstracto, antes de su actuación en la escena pública,   Así, “lo personal es político” solo cuando se plasma en acciones conjuntas, vividas en comunidad.

Por su parte, la palabra “queer”, como es sabido, fue -y, a menudo aun hoy es- utilizada como insulto hacia todas las formas diferentes de la sexualidad. No obstante, revestida ahora de un nuevo sentido positivo, la palabra queer comienza a ser revalorizada, hasta el punto de dar nombre a las teorías de las que Butler es fiel exponente. El movimiento queer se define, así, como un movimiento posidentitario, que busca crear las condiciones para que aquellos que asumen identidades de género diferentes a la matriz binaria, puedan llevar “vidas vivibles” a través del reconocimiento pleno de su ser.

Artículo: Saxe, F. “La noción de performatividad en el pensamiento de Judith Butler: queerness, precariedad y sus proyecciones”

https://www.redalyc.org/journal/4355/435543383002/html/?utm_source=pocket_saves

La "yeoría de la performatividad" se ha convertido en central en los estudios de género.

Es por todos estos elementos en juego que la “teoría de la performatividad” se ha convertido en un concepto fundamental en los estudios de género contemporáneos, teniendo una enorme influencia en discusiones profundas sobre sexualidad, identidad, diversidad y fluidez del género, así como en la política feminista en general. Es por eso, precisamente, que estas ideas forman parte de un encendido debate que está más vivo que nunca.

No obstante, la propia Judith Butler deja en claro en algunas de sus obras centrales que la categoría de performatividad está todavía en evolución en su pensamiento. Como señala en el Prefacio de 1999 a El género en disputa:

Judith Butler explicando su concepción de la temática del género

“Gran parte de mi obra de los últimos años ha estado dedicada a esclarecer y revisar la teoría de la performatividad que se perfila en El género en  disputa. No es tarea fácil definir la performatividad, no sólo  porque mis propias posturas sobre lo que la “performatividad” significa han variado con el tiempo, casi siempre en respuesta a críticas excelentes, sino también porque  muchos  otros la han  adoptado y la han  formulado  a su  manera.”

Y afirma también allí:

“…Sigo albergando la esperanza de que las minorías sexuales formen una coalición que trascienda las categorías simples de la identidad, que rechace el estigma de la bisexualidad, que combata y suprima la violencia impuesta por las normas corporales restrictivas.”

“Si bien pienso que ganarse el reconocimiento de la propia condición como minoría sexual es una ardua tarea en el marco de los discursos dominantes del derecho, la  política y el lenguaje, sigo considerándolo una necesidad para sobrevivir.”

“Uno podría preguntarse de qué sirve finalmente «abrir las posibilidades», pero nadie que sepa lo que significa vivir en el mundo social y lo que es «imposible», ilegible, irrealizable, irreal e ilegítimo planteará esa pregunta.”

Referencias

Butler, J. (2002). Cuerpos que importan. Sobre los límites materiales y discursivos del “sexo”. Buenos Aires: Paidós.

                (2004). Lenguaje, poder e identidad. Madrid: Síntesis.

                (2007). El género en disputa. El feminismo y la subversión de la identidad, Barcelona: Paidós (1era. ed en inglés 1990).

                (2018). Deshacer el género. Buenos Aires: Paidós.

Piedra, J. Un Nietzsche extraño: intersecciones entre el pensamiento nietzscheano y la teoría queer”. Praxis. Revista de Filosofía Nº 77 Enero – Junio 2018.

Saxe, F. La noción de performatividad en el pensamiento de Judith Butler: queerness, precariedad y sus proyecciones. Estudios avanzados (24), 1-14. En Memoria Académica – 2015.


Butler, J. El género en disputa https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/08/El_genero_en_disputa_Buttler.pdf

Butler, J. Cuerpos que importan https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/08/butler-judith-cuerpos-que-importan.pdf

Butler, J. Deshacer el género https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/08/deshacer_genero.pdf

Butler, J. Lenguaje, poder e identidad https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/08/Judith_Butler_Lenguaje_Poder_e_Identidad.pdf

Butler, J. “Actos performativos y constitución del génerohttps://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/08/BUTLER-Actos-performativos-y-constitucion-del-genero.pdf

Duque, C. “Judith Butler y la teoría de la performatividad del género https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/08/Dialnet-JudithButlerYLaTeoriaDeLaPerformatividadDeGenero-4040396.pdf

Castelar, A. “La identidad como performatividad https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/08/Castelar-A.pdf

Chuca, A., “Metafísica y sentido común https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/08/Chuca-A.-Metafisica-y-sentido-comun.pdf

Femenías, M.L. “Aproximación al pensamiento de Judith Butler https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/08/femenias.pdf

Piedra, J. “Un Nietzsche extraño: intersecciones entre el pensamiento nietzscheano y la teoría queerhttps://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/08/Dialnet-UNNIETZSCHEEXTRANO-6447354.pdf

Saxe, F. “La noción de performatividad en el pensamiento de Judith Butler: queerness, precariedad y sus proyecciones. https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/08/Saxe-La-nocion-de-performatividad.pdf

Mapa conceptual del video: Judith Butler, El género en disputa https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/09/Mapa-Judith-Butler-1.pdf


2 comentarios en “El concepto de “performatividad” en Judith Butler”

  1. G. Erin Phoenix Lizano

    Hola me han sido de mucha ayuda todos los videos y de verdad te agradezco todo este esfuerzo. Una petición me podrias enviar los mapas conceptuales que has elaborado sobre la teoría de género desde la perspectiva de Judith Butler, los utilizaré para complementar mi tesis sobre el género que estoy elaborando. Muchisimas gracias por todo. Saludo Cordial.

    1. Hola Erin! Me alegro mucho de te hayan servido los videos. En realidad solo tengo mapa de El género en disputa. Así que lo pongo en esta entrada, ya que no tengo una entrada para ese libro todavía en el blog. Ahí te lo vas a poder descargar. Te mando un abrazo y éxitos con la tesis!

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