Karl Jaspers: La filosofía desde el punto de vista de la existencia

En esta nueva entrada, relativa a la obra de Karl Jaspers, La filosofía desde el punto de vista de la existencia (en el original, Einführung in die Philosophie, es decir, Introducción a la filosofía, publicado en 1949), consideraremos en particular los dos primeros capítulos: “¿Qué es la filosofía?” y “Los orígenes de la filosofía”.

Karl Jaspers publica su obra Introducción a la filosofía, luego traducida como La filosofía desde el punto de la existencia.

Karl Theodor Jaspers nació el 23 de febrero de 1883 en la ciudad de Oldenburg, en el norte de Alemania, cerca del Mar del Norte, donde sus antepasados habían vivido durante generaciones. Desde su juventud, sufrió de bronquiectasias crónicas que afectaban sus capacidades físicas, y la conciencia de ellas dio forma a su rutina a lo largo de su vida adulta, agudizando su sensibilidad al sufrimiento humano. A su vez, Jaspers transitó un siglo azotado por las dos grandes guerras mundiales y, en particular, la Segunda Guerra, tuvo para él profundas implicancias dado que estaba casado con una mujer judía.

Jaspers era doctor en medicina y psiquiatra, a la vez que ejercía como profesor de psicología en la universidad de Heidelberg. Siempre hizo de la existencia individual el centro de su pensamiento; un pensamiento que, por lo general, es ubicado dentro de la corriente existencialista, aunque él mismo no aprobaba esa denominación y prefería, en todo caso, hablar de una “filosofía de la existencia”.

Esta corriente se centra en la comprensión de la existencia y los problemas fundamentales relacionados con la condición humana, como la libertad, la responsabilidad, la trascendencia y el sentido de la vida, abordando temas como la angustia, la culpa y la conciencia moral. Los  dos primeros capítulos de esta obra, La filosofía desde el punto de vista de la existencia, se han visto convertidos ya un clásico de los primeros acercamientos que puede hacerse a esta disciplina, de modo que los recorreremos de forma más detenida a fin de ver cómo la presenta este autor.

Karl Jaspers: “¿Qué es la filosofía?” y “Los orígenes de la filosofía”

Breve biografía de Karl Jaspers https://encyclopaedia.herdereditorial.com/wiki/Autor:Jaspers,_Karl

Cap I. ¿Qué es la filosofía?

Posiciones contradictorias frente a la filosofía

Lo primero que remarca Jaspers aquí es que, ante la filosofía, se observan claramente posiciones encontradas. Es decir, por un lado se considera que ésta nos puede ofrecer “revelaciones extraordinarias”, mientras que, por otro, no faltan quienes afirman que es un pensar que “no tiene sentido”, que no conduce a nada, en el que se vuelve una y otra vez sobre los mismos problemas, lo que es visto como un defecto.

En una segunda instancia, dice Jaspers que se la mira con gran respeto, como el “quehacer de unos hombres insólitos”, a los que se los ve como distantes, como inalcanzables, como imposibles de imitar. Mientras que, por otro lado, no faltan quienes observan la tarea filosófica con desprecio, como el “cavilar de unos soñadores”, unos bohemios, que no producen nada útil.

Se la ve también, por un lado, como una cosa que “interesa a todos”, que atrapa y resulta interesante de inmediato. Pero también considera, muchas veces, como algo “tan difícil que desespera”. De modo que Jaspers reconoce ambas posturas son atendibles, que tiene sentido que genere esas posiciones tan encontradas.

Diferencias entre ciencia y filosofía

Una segunda cuestión muy importante que analiza es el contraste entre ciencia y filosofía. De hecho, él era un hombre de ciencia, con lo cual, conocía bien los rigores del método científico, y la rigurosidad con la que procede la ciencia en ese sentido.

1. Jaspers destaca en primer lugar que la ciencia logra resultados “universalmente válidos”. Esto es, aceptados en todas las latitudes, dado que, o bien están basados en experimentos que tienen que poder ser realizables en todas partes por igual para que sean reconocidos dentro del ámbito científico o bien están fundados en cálculos matemáticos que, por definición, también logran resultados universales.

Por su parte, del lado de la filosofía, como sabemos, nunca se logra la “unanimidad completa”. Puede haber, en todo caso, segmentos de población, o comunidades filosóficas, que adhieren a uno u otro filósofo, a una determinada corriente, a una posición puntual, pero una aceptación generalizada, al modo en el que pueda obtenerla la ciencia, no se logra.

2. En segundo lugar, la ciencia tiene un “carácter progresivo”, nos dice Jaspers, es decir que  “progresa”. Como sabemos, la ciencia de la antigüedad, la física, la química, la biología de los antiguos, no puede competir hoy con las últimas elaboraciones que la ciencia ha alcanzado contemporáneamente.

Dicho de otro modo, la ciencia tiende a construir sobre el conocimiento previo, acumulando nuevos descubrimientos y teorías que se basan en investigaciones y avances anteriores. A medida que se realizan más experimentos y se recopilan más datos, se pueden refinar y corregir las teorías científicas existentes. Este enfoque metodológico permite a la ciencia avanzar en la adquisición de conocimiento objetivo y la formulación de teorías cada vez más precisas y predictivas.

En contraste, la filosofía no tiene un método universalmente aceptado y sus objetivos son más amplios y abstractos, buscando comprender cuestiones fundamentales y trascendentes de la existencia humana que no siempre son verificables empíricamente.

Por eso es que los filósofos pueden presentar diferentes ideas y enfoques, y no hay una progresión lineal y acumulativa en términos de teorías filosóficas aceptadas. Eso significaría que los filósofos contemporáneos son indiscutiblemente “más avanzados”, en algún sentido, que los filósofos clásicos, y eso, sencillamente no puede ser considerado así. Jaspers mismo dice que, mientras que en medicina sí estamos más avanzados que Hipócrates, en filosofía, claramente, no nos podemos decir “más avanzados” que Platón.

Sin embargo, es importante destacar que esta perspectiva no implica que la filosofía sea una disciplina estática o sin valor. Ella se ocupa de cuestiones complejas que pueden no tener respuestas definitivas, y su contribución radica en el análisis crítico, la reflexión y la exploración de conceptos y principios fundamentales. Además, la filosofía puede influir en el desarrollo de la ciencia al plantear preguntas sobre sus fundamentos ontológicos, epistemológicos y éticos.

3. Otro aspecto que Jaspers contrasta es el hecho de que en la ciencia se intenta alcanzar una “certeza” que pretende ser objetiva, que espera ser aceptada por todo intelecto. Y esto se debe, precisamente al carácter de su metodología, como ya se señaló.

Por el contrario, en la filosofía se daría, en todo caso, un “cerciorarse”,  una convicción más cercana a lo subjetivo, dado que además, por lo general, las temáticas que aborda nos involucran, también, en forma más personal. Los temas que aborda la filosofía muchas veces tocan una “cuerda interior” de los seres humanos que, en general, no se produce del mismo modo con los conocimientos científicos.

Alguien puede ser un apasionado del mundo científico pero suele no verse igualmente involucrado que cuando la filosofía toca los temas relativos al ser humano, como en la antropología filosófica,  la ética, la filosofía política, las cuestiones relativas a la existencia, el lugar que ocupamos en el cosmos, y las cuestiones del sentido último de la vida.

4. Finalmente, Jaspers presenta las diferencias en relación al “objeto de estudio” destacando en primer lugar que las ciencias se han ido separando por áreas y han estructurado su objeto de investigación en torno a un determinado tema, como puede ser la biología, la química, la física, la matemática, la sociología, la psicología. Tales objetos de estudio requieren especializarse en cada una de esas áreas, volviendo imposible conocer toda la ciencia del momento, que sería inabarcable en la actualidad.

Por su parte, en la filosofía el objeto de estudio es la “totalidad”, una totalidad en la que todo está conectado con todo. La filosofía se ocupa de la totalidad de los entes. En este sentido no hay ningún saber que tenga radio mayor, un alcance más totalizador, por lo que suele caracterizarse a la filosofía diciendo que es el saber más amplio de todos, ya que no hay nada que no esté a su alcance, ni siquiera la “nada” misma. Más aún, tal vez la pregunta filosófica por excelencia es la que involucra a la existencia de modo absoluto, es decir: “¿Por qué hay algo y no, más bien, la nada?”

Cabe agregar aquí que la orientación científica es previa a la tarea filosófica, en tanto que “objetiva el mundo”. Se considera en la actualidad que, sin la previa asimilación de la ciencia, ninguna filosofía puede aspirar a ser significativa. Pero, a su vez, la filosofía no es meramente una “visión sintética” de los resultados de la ciencia, sino una visión problemática que muestra, estrictamente, la imposibilidad de cualquier visión única, o absoluta, del mundo.

De este modo vemos que, aunque se trata en ambos casos de pensamiento crítico, riguroso, que busca superar el conocimiento vulgar, la mera opinión, resulta innegable que existen importantes deferencias entre los campos científico y filosófico.

Los cuatro rasgos principales del quehacer filosófico

A continuación, Jaspers pasa a mencionar lo que, para él, son los cuatro rasgos principales de este ámbito del pensamiento.

  • El primero, sería la idea de que casi todo el mundo se tiene por competente. Esto es, mientras que, en el terreno científico parece evidente que hay que tener una formación de años para poder opinar, en cualquier debate que tenga tintes filosóficos casi todo el mundo parece sentirse legitimado para tomar posición, lo que Jaspers considera positivo.
  • En una segunda instancia dice Jaspers que la filosofía tiene que ser original en todo momento, y por eso menciona a los niños sus preguntas filosóficas, cuando todavía la curiosidad está activa, cuando no han caído aún en las respuestas de “sentido común”, en las que después, por lo general, terminan siendo atrapados.

Se trata de los célebres “¿por qué?” de los niños, que muchas veces tienen que ver, por ejemplo, con la profunda cuestión de la causalidad: de dónde venimos, por qué, quién nos hizo, y si, a su vez, se llega a una instancia última, que puede ser Dios, el niño seguirá preguntando por la causa de Dios o del Universo, etc.

Suele aparecer, también, muy precozmente, la interrogación acerca de la identidad. El ejemplo que da Jaspers es “me esfuerzo por ser otro y sigo siendo yo”. Pero, a su vez, al crecer van pudiendo notar que no son “el mismo” que cuando eran de bebés, por lo que puede surgir también la cuestión del cambio y la permanencia.

En otro ejemplo, nos dice, los niños pueden insistir en la evidencia, en creer en lo que se ve; pero, a su vez se les hace mención de que puede no todo esté tan claro en ese sentido. Por ejemplo, podemos creer que es evidente que la tierra está quieta, pero luego la información obtenida lo largo de los siglos indica que eso no es así, sino que la tierra se mueve a altas velocidades. Es decir, que lo que es “evidente”  es todo un tema en sí mismo, lo cual les resulta fascinante.

Otra cuestión puede ser la de qué seres realmente existen y qué seres no, tema que se da frente a los personajes de los cuentos, o en los relatos fantásticos; esto puede vincularse también a la interrogación sobre lo posible y lo imposible, lo contingente y lo necesario, etc. De modo que todos esos son momentos de asombro de “tinte filosófico” a los que los niños de muy corta edad ya acceden, y que parecería que, después, al crecer, se van perdiendo.

  • En tercer lugar destaca este autor que a veces hay raptos casi filosóficos en momentos muy especiales, como el inicio de ciertas enfermedades mentales. Él cita aquí las figuras del poeta Hölderlin o  del pintor Van Gogh. También sabemos que el filósofo Friedrich Nietzsche, genial en sus tiempos de lucidez, en sus últimos años rozó la locura, y hay muchos de sus escritos en los que se detecta cierta ambigüedad entre ambos estados.

También menciona el “despertar del sueño” donde, en ocasiones, podemos llegar a reflexiones que no tenemos en plena vigilia. Debemos, sin embargo, admitir que, aunque puede ser verdad que cierto grado de locura tiene, a veces, algo de genial, no toda locura es filosófica.

Vincent Van Gogh
  • Finalmente, dice Jaspers algo que tampoco ignoramos: que la filosofía está en todos lados, que no hay manera de escapar de ella. Está, de algún modo, en refranes, en saberes populares, en la base de las ideologías, en saberes ilustrados y hasta en los mitos. Por lo que, aun quien pretenda negarla y decir que “no cree en ella”, también está argumentando y, de algún modo, haciendo filosofía.

Jaspers cierra, finalmente, este capítulo, con una otra idea importante. Presenta más comunes adversarios que suele tener la filosofía. Estos son: el “autoritarismo eclesiástico”, porque entiende que la filosofía “aleja de Dios” o “tienta a seguir al mundo”. Por otro lado, mencioa el “totalitarismo político”, dado que evidentemente ese tipo de regímenes políticos no celebran que las personas piensen por sí mismas. Y finalmente, está el “sentido común utilitarista”, que se pregunta “de qué sirve” la filosofía, como si fuera indiscutible que todo debiera tener una utilidad inmediata y evidente.

Es en este sentido que Jaspers menciona la célebre anécdota sobre Tales de Mileto quien, según cuenta la leyenda, se encontraba caminando y reflexionando sobre “las cosas del cielo y de la tierra”, en tanto que, justamente por ello, cayó en un pozo. Esto pasó a la histroia como la tan mentada figura del filósofo como el “genio distraído” que, por estar en las cosas del más allá, las que no se ven, se olvida de las cuestiones concretas, vitales para la vida concreta.

De allí, Jaspers pasa revista al concepto mismo de la palabra “filósofo”, como compuesto, a su vez, de dos términos: philo y sóphos. Es decir, el filósofo es aquel que busca el conocimiento, aunque no lo posee; y  esto sería lo opuesto del sóphos como aquel “sabio” que supone tener ya todo el saber.

En definitiva, lo que caracterizaría a la filosofía es ese “ir de camino” en el cual las preguntas son más esenciales que las respuestas y, a su vez, toda respuesta se convierte en una nueva pregunta, con lo cual entendemos que se trata de tarea estimulantemente inacabada e inacabable.

Cap. II: “Los orígenes de la filosofía”

En este capítulo Jaspers nos presenta su célebre distinción entre el “comienzo” y el “origen” de la filosofía.  Considera que el comienzo de la filosofía se refiere al momento histórico en el que surgen las primeras reflexiones filosóficas y se sientan las bases de la disciplina. Este comienzo se encuentra en la antigua Grecia, alrededor del siglo VI a.C., con los filósofos presocráticos como Tales de Mileto, Heráclito, Parménides, entre otros.

Estos pensadores buscaron explicaciones racionales y naturales para comprender el mundo y la realidad. Representaron un cambio significativo al buscar respuestas a través de la razón y el pensamiento crítico en lugar de recurrir a la autoridad divina o las tradiciones establecidas.

No obstante, si bien la filosofía comienza efectivamente en torno al siglo  VI a. C., Jaspers reconoce también un germen filosófico en los mitos. Es cierto que, después, la filosofía va a intentar ir despojándose de los ropajes antropomórficos, de las fuerzas mágicas del animismo, pero se le reconoce ya al mito un elemento en común con la filosofía, que es el querer clarificarse cómo surge el orden a partir del caos.

De manera que esa esa transición “del mito al logos” , tan señalada habitualmente, es necesario entenderla como mucho más matizada de lo que suele hacerse. A su vez, filósofos tan indiscutidos como Platón recurrirían, muchas veces, al mito cuando necesitaron explicar de manera simbólica y didáctica alguna cuestión racional que no lograban abordar de otra forma.

A partir de aquí, entonces, Jaspers habla del origen de la filosofía como algo más profundo y esencial. El origen de la filosofía se encuentra en la actitud filosófica fundamental que impulsa a los seres humanos a cuestionar, buscar y reflexionar sobre la realidad, la existencia y los problemas más básicos y profundos. En suma, debe ser entendido como la “fuente” de la que mana en todo tiempo el impulso que mueve a filosofar.

El asombro

En busca de los orígenes del filosofar, este autor destaca, en primer lugar, el “asombro” o la “admiración”, palabras utilizadas por Platón y Aristóteles, quienes destacaron que el asombro, la admiración, el sentido de maravilla, la sorpresa, son un detonante fundamental del pensamiento filosófico. Ejemplos característicos son la contemplación del cielo estrellado, el sol, los astros, la fuerza de los elementos, la maravilla de la vida natural, todo aquello que nos genera una mirada como de “trascendencia”, que nos aparta la vista de lo cotidiano, de aquello en lo que estamos inmersos todo el día, en una búsqueda desinteresada que no intenta todavía “conocer para dominar”.

El propio Jaspers, en una muy interesante entrevista filmada que se le llega a hacer en su tiempo, habla del sentido de maravilla que le produjo ver por primera vez la magnificencia del mar, su inmensidad, ese horizonte lejano que hizo que no olvidara más esa experiencia que, a partir de allía asimiló a la fascinación que produce el trabajo filosófico.

Entrevista a Karl Jaspers

Jaspers dice que es ese asombro el que origina, a su vez, la pregunta filosófica y que recién luego, buscando responder a la pregunta, aparece el conocimiento, el impulso de investigar el universo. De modo que es ante la conciencia de “no saber” que  se va buscando ese conocimiento.

La duda

Pero esto nos lleva directamente al segundo origen del filosofar, al que Jaspers denomina la “duda”. Es de ella, dice, que surgen el examen crítico, por un lado, y luego la búsqueda de la certeza. Ante los conocimientos que se van acumulando llega un punto que los hay contradictorios, y entonces los seres humanos se dan cuenta de que no hay nada seguro todavía. ¿Por qué ocurre esto?

Por un lado, porque las percepciones sensibles son engañosas. Es la conocida idea de que los sentidos muchas veces “nos engañan”. Pero por otro lado, a veces el pensamiento racional también cae en contradicciones insolubles.

Entonces, todo esto nos puede llevar a dos tipos de duda. Por un lado, está la “duda radical” de tipo escéptico, que paraliza no podemos salir y no nos conduce a nada. Pero por otro lado, tenemos la duda más conocida quizás en el mundo filosófico como lo es la “duda metódica” de Descartes quien, como es sabido, duda de todo hasta que, en tanto está dudando, se da cuenta de que piensa y que si piensa existe. Con lo cual, cree encontrar allí, justamente, una primera certeza clara a partir de la cual comenzará a construir su sistema.

La situaciones límite

Esos son, para Jaspers, los primeros dos orígenes de la filosofía. Pero luego menciona las “situaciones límite”, el concepto que, quizás, más repercusiones ha tenido de este capítulo del libro. Jaspers atribuye así un estatus central a tales situaciones límite (Grenzsituationen), dado que son momentos especiales, generalmente acompañados de experiencias de pavor, culpa o ansiedad aguda, que nos muestran la conmoción que puede sentir un ser humano por la conciencia de estar perdido, de hallarse en situaciones de las que no puede salir y que tampoco puede alterar o evitar.

Según Jaspers, estas situaciones límite tienen el potencial de llevar a los individuos a una profunda reflexión y autoconocimiento, ya que despiertan preguntas fundamentales sobre el sentido de la existencia, la libertad, la responsabilidad y la relación con el sufrimiento y la muerte. A través de estas experiencias extremas, las personas pueden trascender sus limitaciones y alcanzar una comprensión más auténtica de sí mismos y del mundo.

Señala Jaspers que los seres humanos siempre se han preguntado cómo salir de esa debilidad e impotencia en busca de esas la paz del alma. Entonces, este autor propone, como un ejemplo de este tipo de interrogantes, la figura del filósofo estoico Epicteto, que había sido un esclavo, luego liberado, que, debido a sus dotes filosóficas, había sido admitido bajo un maestro de orientación estoica.

Epicteto funda luego su propia escuela, y se hace sumamente conocido por una obra que no  la escribe él sino un discípulo suyo: se trata del Manual de vida, o también en su nombre en griego, Enquiridión, célebre por la primera afirmación con la que se inicia esta obra: “hay dos clases de situaciones: las que están en nuestro poder y las que no”.

Según Epicteto, lo que está dentro de nuestro control se refiere a nuestras propias opiniones, valores, acciones y pensamientos. En cambio, lo que está fuera de nuestro control son todas aquellas circunstancias externas, como el comportamiento de los demás, los eventos del mundo, el pasado o el futuro. Epicteto sostiene que el sufrimiento y la perturbación emocional surgen cuando intentamos controlar aquello que está fuera de nuestro control. Estas cosas externas son inciertas y no dependen de nuestra voluntad, por lo que aferrarse a ellas nos lleva a la frustración, la angustia y la insatisfacción.

En cambio, este filósofo enfatiza que debemos centrar nuestra atención y esfuerzos en aquello que sí está den nuestro poder: nuestras acciones, actitudes y pensamientos. Tenemos el poder de elegir cómo respondemos a las circunstancias, cómo interpretamos los eventos y cómo nos relacionamos con los demás. La verdadera libertad y la paz interior se encuentran en aceptar lo que no podemos controlar y dirigir nuestra atención y energía hacia lo que sí podemos.

Epicteto estaba lisiado, no podía moverse con toda naturalidad y entonces aprendió a convivir con eso. De forma semejante vivió Jaspers su enfermedad congénita. Lo cierto es que eran cuestiones relativas al cuerpo que, en ambos casos, se ubicaban dentro de las cosas que no están en nuestro poder.

En suma, no somos no somos dueños de lo que nos pasa pero sí de como de cómo enfrentamos lo que nos pasa, de cómo nos hablamos a nosotros mismos frente a lo que nos pasa. No obstante ha sido señalado que, contra lo que podría parecer, las “situaciones límite” no lo son porque impongan una pasiva aceptación de lo inevitable, sino porque permiten que los humanos encuentren, a través de ellas, un sentido y una autenticidad a la existencia.

De todas formas, los seres humanos han tratado de ir morigerando, suavizando aquellas cosas que no están totalmente bajo su control, por medio de la ciencia y técnica, organizando su vida en sociedad, apoyándose en aquellas cosas que son dignas de fe, como la patria, la lengua materna, las grandes religiones, la obra de pensadores, poetas, artistas. Todos estos son auxilios que la humanidad se ha ido dando a sí misma.

Sin embargo, reconocerá Jaspers que todos estos elementos culturales tienen sus falencias. Y es por eso que nuestra condición es inevitablemente la de ser seres limitados que no pueden sobrepasar de manera absoluta aquellas situaciones límite.

La comunicación

Finalmente, dice Jaspers, para cerrar este segundo capítulo, que estos tres orígenes no agotan lo que mueve a los seres humanos a filosofar en la actualidad. Señala que los hombres se comprenden cada vez menos, y se alejan corriendo unos de otros, mutuamente indiferentes, en el hecho de que ya no hay lealtad ni comunidad incuestionable o digna de confianza. Ese dolor por la falta de comunicación no nos afectaría tanto, dice, si nos supiéramos en “posesión de la verdad”. Pero la realidad es que solo existimos en compañía del prójimo, dice; solos no somos nada.

Por eso es necesaria una “comunicación de existencia la existencia”, de humano a humano que es donde se realiza, en todo, caso la verdad. Y él visualiza este encuentro como una “lucha amorosa” en el que cada cual entrega al otro todas sus armas.

De modo que Jaspers reconoce la importancia de la comunicación como un medio fundamental para el intercambio de ideas y la comprensión mutua entre las personas. Considera que la comunicación es esencial para el desarrollo de la existencia humana y para el enriquecimiento de la vida en sociedad.

No obstante, para este autor la comunicación auténtica va más allá de la simple transmisión de información. Es partidario de una comunicación abierta y honesta, en la que las personas puedan expresar sus pensamientos, ideas y sentimientos de manera clara y sincera. Considera que la comunicación verdadera implica una apertura a la comprensión del otro y a la posibilidad de un diálogo auténtico.

Sin embargo, Jaspers también advirtió sobre los obstáculos y las limitaciones de la comunicación. Reconoció que existían barreras que dificultan la comprensión mutua, como los prejuicios, los estereotipos, las diferencias culturales y las barreras lingüísticas. En general, aunque Jaspers no se centró exclusivamente en el tema de la comunicación, su filosofía resaltó la importancia de una comunicación auténtica y abierta como un medio para la comprensión mutua y el enriquecimiento humano.

La filosofía posterior a Jaspers profundizaría en esta idea de que la razón humana es por esencia comunicativa, dialógica, y que sólo cuando abandona su comportamiento monológico puede elaborar plenamente sus posibilidades existenciales. De este modo, Jaspers contribuyó, con su temprana doctrina de la comunicación, a dar forma a un cambio comunicativo e intersubjetivo más amplio en la filosofía alemana. De hecho, las resonancias de su hermenéutica existencial permanecieron palpables en las obras muy posteriores de Hans-Georg Gadamer y Paul Ricoeur.

No en vano, su discípula Annah Arendt llegaría a decir que Jaspers fue

…el mejor maestro de todos los tiempos. Su vasto conocimiento le hizo transitar desde las ciencias positivas a la filosofía, y le convirtió en un sabio en sentido griego, en un guía casi espiritual que escribió numerosas y extensas obras pero que siempre tuvo clara la verdadera misión de la filosofía: hacer(se) consciencia de los problemas que como humanos más nos repercuten. En definitiva, reflexionar e invitar a reflexionar sobre la vida en todas sus formas.”

Referencias:

Horn, H. “Karl Jaspers”, en Perspectivas: revista trimestral de educación comparada (París. UNESCO: Oficina Internacional de Educación), vol. XXIII, n° 3-4, 1993, págs. 769-788.

Jaspers, K. (1981) La filosofía desde el punto de vista de la existencia. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica.

Thornhill, Chris y Ronny Miron, “Karl Jaspers”, The Stanford Encyclopedia of Philosophy (edición de primavera de 2022), Edward N. Zalta (ed.), URL = <https://plato.stanford.edu/archives/spr2022/entries /jaspes/>.


Jaspers, K. La filosofía desde el punto de vista de la existencia https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/05/K.-Jaspers-La-filosofia.pdf

Alcoberro, R. “Karl Jaspers. Una introducciónhttps://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/05/Alcoberro-R.pdf

Horn, H. “Karl Jaspers” https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/05/Horn-H.-Karl-Jaspers.pdf

Mapa Karl Jaspers https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/05/Mapa-Karl-Jaspers-1.png

Otro mapa: (de clase en pandemia) https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2024/04/Karl-Jaspers.pdf


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