Paul Ricoeur (1913–2005) es un filósofo francés del siglo XX, cuyo trabajo ha sido ampliamente traducido y discutido en todo el mundo. Uno de los temas principales que Ricoeur aborda es el de la antropología filosófica, y se destaca en él la cuestión de la “identidad narrativa”.
En ese terreno, se interesó especialmente, además, por la idea del “ser humano capaz”. Con ella pretendió dar cuenta de las capacidades fundamentales que despliegan los seres humanos en las actividades que componen su vida, y mostrar cómo estas capacidades posibilitan la acción humana responsable y la convivencia.
No obstante, aunque el acento en él siempre está en la posibilidad de comprender a los seres humanos como agentes responsables de sus acciones, Ricoeur rechaza con insistencia cualquier afirmación de que el “yo” logre en algún momento ser “transparente” para sí mismo o completamente dueño de sí mismo. El autoconocimiento sólo llega, para este autor, a través de la comprensión de nuestra relación con el mundo y de nuestra vida con y entre otros, y en el tiempo en el mundo.
Biografía de Paul Ricoeur https://www.philosophica.info/voces/ricoeur/Ricoeur.html
Es en este sentido que, entre los años 1983 y 1985, Ricoeur publica los tres volúmenes de Tiempo y narración (Temps et récit) en los que vincula la reflexión filosófica sobre la historiografía con el enfoque lingüístico y poético.
A partir de este período, entonces, se hace evidente para este autor la necesidad de abordar la cuestión del tiempo en general y del tiempo histórico en particular a través de la narración. Este análisis del tiempo específicamente histórico lo obligará a distinguirlo del tiempo propio de la ficción, con respecto al cual Ricoeur mostrará sus diferencias y posibles confluencias.
A su vez, la cuestión de la percepción del tiempo, lo lleva a considerar el problema de la percepción del “yo”, temática que Ricoeur aborda por vía de una reflexión no meramente cognoscitiva del yo sobre sí mismo, ya que entiende que, de ser así, no conseguiría vincular las múltiples experiencias internas y externas de la temporalidad del yo.
Tiempo y narración
En Tiempo y narración III Ricoeur realiza una reflexión sobre la cuestión de la identidad personal.
Cuando preguntamos ¿quién ha hecho esta acción?, ¿quién es su agente, su autor?, respondemos a esta pregunta nombrando a alguien, designándolo por su nombre propio. Pero, ¿cuál es el soporte de la permanencia del nombre propio? ¿Qué justifica que se tenga el mismo nombre a lo largo de toda una vida que se extiende desde el nacimiento hasta la muerte?
La respuesta solo puede ser narrativa, afirma Ricoeur, porque de lo que se trata es de contar la historia de una vida. En efecto, sin la ayuda de la narración, el problema de la identidad personal está condenado a una antinomia: porque o se insiste en un sujeto “idéntico a sí mismo”, desconociendo la diversidad de sus estados, o se sostiene que es imposible un “sujeto idéntico”, porque lo único que hay es un “fluir constante”, una diversidad de cogniciones, de emociones, de voliciones.
El dilema desaparece, según Ricoeur, si la idea de “identidad”, en vez de ser entendida sólo como “lo mismo” (idem), como una identidad sustancial, o formal, se “sustituye”, dice aquí, por la identidad entendida como un “sí mismo” (ipse). Y esto es así porque esta “ipseidad” descansa en una estructura temporal y, a diferencia de la identidad abstracta de “lo mismo” (del idem), puede incluir el cambio, la mutabilidad en la cohesión de una vida.
Así, afirma Ricoeur que el sujeto aparece, a la vez, como lector y como escritor de su propia existencia. Y señala que eso lo confirman las autobiografías, en las que la vida personal es articulada por todas las historias verídicas y, a la vez, de ficción que el sujeto cuenta sobre sí mismo.
Se da entonces una “vida examinada”, según la expresión de Sócrates en la Apología. Más aún, Ricoeur dedica algunos de sus mejores esfuerzos a la reflexión sobre el psicoanálisis, plenamente consciente de la ruptura perturbadora que significa esta corriente para la tradición racional de la filosofía.
Es que, es el propio Ricoeur quien acuña el concepto de “Maestros de la sospecha” para referirse a Marx, Nietzsche y Freud, en la medida que -frente a la absolutización moderna de la conciencia, desde Descartes- estos tres autores tienen, como común denominador, el ataque frontal a la ilusión de la “conciencia de sí”.
En efecto, tal como Freud lo ve, es una vana pretensión –lo llama narcisismo– el hecho de que, con la misma certeza con que pensamos nuestra existencia, lleguemos a la conclusión de somos tal y como pensamos que somos. Por lo tanto, se hace necesaria una crítica de la conciencia falsa.
Así, la propia filosofía de Freud, según Ricoeur, resulta ser una “arqueología del sujeto”, destinada a proporcionar una teoría de la cultura y sus descontentos.
El yo que piensa, no puede ser comprendido sino a través del espejo de sus objetos, de sus obras y de sus actos. No es posible conocer la conciencia en sí misma, sino recorriendo un “camino de vuelta” desde sus objetivaciones, desde los productos de la vida que ella ha sabido generar.
La conciencia aparece entonces como un texto más y, además, como un texto falso, que solo testimonia en la medida en que, en su falsedad, encontremos la pista de su desenmascaramiento. Por eso es que Ricoeur vincula a Freud en su investigación, en la medida en que también la experiencia psicoanalítica muestra claramente la función del componente narrativo en lo que se ha venido a llamar “historias de casos”.
Freud denominó transelaboración (o translaboración) al proceso de sustituir los fragmentos de historias -a la vez incomprensibles e insoportables para el analizado-, por una historia coherente y aceptable en la que éste pudiera reconocer, paulatinamente, su “ipseidad”.
La historia de una vida se constituye, así, por una sucesión de “rectificaciones” aplicadas a relatos previos, de la misma forma que la historia de un pueblo, de una colectividad o de una institución, procede de la serie de “correcciones” que cada nuevo historiador aporta a las descripciones y a las explicaciones de sus predecesores.
De manera que “la historia procede siempre de la historia”, señala Ricoeur. Y lo mismo ocurre con el trabajo de corrección y de rectificación propio de la transelaboración analítica: un sujeto se reconoce en la historia que se cuenta a sí mismo sobre sí mismo.
En efecto, esta translaboración es necesaria debido a que los elementos inconscientes se presentan de modo “cifrado”. Por lo que, antes de interpretar lo relatado, es necesario vencer resistencias y establecer conexiones conscientes y liberadoras, a todos los niveles de la personalidad y de la propia biografía, lo que constituye la columna vertebral de la actividad terapéutica psicoanalítica.
Sí mismo como otro
El tema de la identidad narrativa es retomado por Ricoeur en sus Gifford Lectures, conferencias brindadas en el año 1986, que luego se publicarían en el año 1990 como libro, bajo el título de Sí mismo como otro.
En el Prólogo de esta obra, denominado “La cuestión de la ipseidad”, refuerza Ricoeur sus ideas anteriores sobre la identidad, señalando que una de las intenciones implícitas en el título del libro es la de disociar las dos significaciones importantes de la identidad, según que se entienda por “idéntico” el equivalente del idem o del ipse latino.
Afirma entonces que la identidad, en el sentido de idem, se caracteriza por aludir a la permanencia en el tiempo, y a ella se opone lo diferente, en el sentido de cambiante, variable. La identidad en el sentido de ipse, en cambio, no alude a un pretendido núcleo no cambiante de la personalidad y acepta la variabilidad. ¿A qué alude, entonces el título Sí mismo como otro?
Ricoeur clarifica aquí su intención señalando que decir “sí mismo” es una forma reforzada del “sí”, sirviendo la expresión “mismo” para identificar que se trata exactamente del ser o de la cosa en cuestión (como cuando se dice “el cuidado de sí” como equivalelente a “el cuidado de sí mismo”). Sólo se trata de un efecto de reforzamiento de la idea, en el sentido de idéntico o de semejante.
Ahora bien, el título continúa, por lo que “sí mismo como otro” sugiere también que la ipseidad del sí mismo implica la alteridad , aunque en un grado tan íntimo que no se puede pensar sin la “mismidad”. Por lo que al “como (otro)”, debemos aplicarle una significación fuerte, no sólo la de una comparación -sí mismo semejante a otro- sino de una implicación: sí mismo “en cuanto” otro.
Ya en el “Quinto estudio” de la obra, Ricoeur nos recuerda su idea de que la cuestión de la identidad personal sólo puede articularse en la dimensión temporal de la existencia humana. En una nota al pie, repasa lo trabajado en Tiempo y narración III.
La noción de identidad narrativa, afirma, respondía allí a otra problemática: al final de un largo viaje por el relato histórico y por el de ficción, se había preguntado si existía una estructura de la experiencia capaz de integrar esas dos grandes clases de relatos.
Recuerda, así, que había formulado allí la hipótesis de que la identidad narrativa, -ya sea de una persona o de una comunidad- era el producto del entrecruzamiento entre historia y ficción.
Sostenía allí que la idea de que la “comprensión de sí” es siempre una interpretación; y esta interpretación, a su vez, encuentra en la narración, entre signos y símbolos, una mediación privilegiada. De modo que esta mediación se apoya tanto en la historia de la persona como en la ficción, haciendo de la “historia de una vida” una historia de ficción o, si se prefiere, una ficción histórica.
Lo que falta a esta aprehensión intuitiva del problema de la identidad narrativa es, entonces, una clara comprensión de lo que está en juego en la cuestión misma de la identidad aplicada a personas o a comunidades.
El problema de la identidad personal
Recuerda Ricoeur -en este mismo estudio Quinto- los términos de la “confrontación”: por un lado, la identidad como “mismidad” (latín: idem; inglés: sameness; alemán: Gleichheit); por otro, la identidad como “ipseidad” (latín: ipse; inglés: selfhood; alemán: Selbstheit).
La ipseidad, insiste Ricoeur, no es la mismidad. Y debido a que esta importante distinción es desconocida, fracasan las soluciones aportadas al problema de la identidad personal que ignoran la dimensión narrativa.
Afirma entonces, como hipótesis, que, a su juicio, la “identidad narrativa” funciona en la constitución conceptual de la identidad personal, a modo de un término medio específico entre el “polo del carácter”, en el que idem e ipse tenderían a coincidir, y el “polo del mantenimiento de sí”, donde la ipseidad se liberaría, hasta cierto punto, de la mismidad.
Se pregunta entonces qué debemos entender por carácter, y afirma que es el “conjunto de signos distintivos que permiten identificar de nuevo a un individuo humano como siendo el mismo”.
En otros términos, el carácter designa el conjunto de disposiciones duraderas en las que reconocemos a una persona. Esta sedimentación confiere al carácter la especie de permanencia en el tiempo que Ricoeur interpreta como “recubrimiento del ipse por el ídem”.
Cada costumbre así construida, adquirida y convertida en disposición duradera, constituye un rasgo -un rasgo de carácter, precisamente- , es decir, un signo distintivo por el que se reconoce a una persona, se la identifica de nuevo como la misma.
En efecto, gran parte de la identidad de una persona o de una comunidad- sostiene Ricoeur- está hecha de estas identificaciones con valores, normas, ideales, modelos, héroes, en los que la persona o la comunidad, se reconocen.
Pero entonces, esto demuestra que no se puede pensar hasta el final el idem de la persona sin el ipse, aun cuando el uno encubra al otro.
La identidad narrativa y la dialéctica de la ipseidad y de la mismidad
En este “Sexto estudio”, afirma Ricoeur que, a su entender, la verdadera naturaleza de la identidad narrativa sólo se revela en la “dialéctica de la ipseidad y de la mismidad”. De manera que retoma la idea de que el primer polo – mismidad- está simbolizado por el fenómeno del carácter, por el que la persona se hace identificable y reidentificable.
Y afirma que el segundo polo -ipseidad- le ha parecido representado por la noción, esencialmente ética, del “mantenimiento de sí”. En efecto, el mantenimiento de sí es, para la persona, según Ricoeur, la manera de comportarse de una persona de tal modo que “otro puede contar con ella”. Porque alguien “cuenta conmigo”, soy responsable de mis acciones ante otro.
Pero entonces se pregunta: ¿dónde se sitúa, en definitiva, la identidad narrativa en este espectro de variaciones entre el polo del carácter y el polo de pura ipseidad del mantenimiento de sí? La respuesta a esta pregunta parece ya dada: la identidad narrativa se mantiene entre los dos extremos; al narrativizar el carácter, el relato le devuelve su “movimiento”.
La identidad narrativa hace mantener juntos los dos extremos de la cadena: la permanencia en el tiempo del carácter y la del mantenimiento de sí.
Por lo que Ricoeur va hacia su conclusión al afirmar que, una vez que el análisis ha llegado a este punto, se hace necesario mostrar y aclarar que la identidad-ídem y la identidad-ipse no se excluyen, sino que tienen una relación dialéctica. Para Ricoeur, tal dialéctica es la que permite que las características propias de cada tipo de identidad, no se estanquen, sino que tengan cierta apertura mutua.
Es que, en definitiva, no se puede negar que el sujeto posee características que permanecen en el tiempo, pero tampoco que algunas cambian a su paso. Ahora bien, aunque la identidad narrativa tiene como función principal ser el puente intermedio entre idem e ipse, no se puede reducir su importancia a ello, dice Ricoeur, dado que, como se advierte fácilmente, ésta también sirve como “laboratorio imaginativo” de experiencias de pensamiento.
De manera que la identidad narrativa, en este autor, cobra importancia central también en el campo ético, moral y político. Y esto se debe a que la capacidad narrativa del sujeto le permite imaginarse en situaciones determinadas, y advertir el conflicto entre lo optativo y lo imperativo, propio del “¿qué hacer aquí y ahora?”
Por otro lado, según afirma Ricoeur, la identidad narrativa remite a la tríada: “describir, narrar, prescribir”, ya que la teoría narrativa solo sirve si contribuye como mediación entre la descripción y la prescripción.
La narración lleva a la descripción, y esta última amplía el horizonte práctico, en el que luego aparece la prescripción, encargada de ensayar el juicio y las valoraciones portadoras de las implicaciones éticas del relato. Finalmente, según Ricoeur, todo esto contribuye con el enriquecimiento del sí mismo, dado que el “yo” se concibe en diferentes situaciones y se plantea cómo las abordaría.
Asimismo, la identidad narrativa hace posible concebir y reconocer la interacción que se da entre las historias de vida de las personas y las comunidades vinculadas a una tradición, lo que contribuye a que el sujeto revise o reconfigure frente a ella su identidad. En definitiva, según lo entiende Ricoeur, la identidad narrativa tiene lugar en la intersección entre el “mundo real” y el mundo “de lo posible”, sin que uno excluya al otro.
Referencias:
Adaya Leythe, F. “Antropología e identidad personal en el pensamiento de Paul Ricoeur”.Revista Tales, Nº. 3, 2010, pp 254-266.
Néspolo, J. “El problema de la identidad narrativa en la filosofía de Paul Ricoeur”. Orbis Tertius – 2007 – Año XII Nro. 13
Pellauer, David y Bernard Dauenhauer, “Paul Ricoeur”, The Stanford Encyclopedia of Philosophy (edición de primavera de 2021), Edward N. Zalta (ed.), URL = <https://plato.stanford.edu/archives/spr2021/entries /ricoeur/>.
Ricoeur, P. (2006). Sí mismo como otro, Mexico: Siglo XXI Editores.
-(2009) “La primera aporía de la temporalidad: la identidad narrativa” en Tiempo y narración III. El tiempo narrado, México: Siglo XXI Editores.
Adaya Leythe, F. “Antropología e identidad personal en el pensamiento de Paul Ricoeur” https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/05/Adaya-F.-Antropologia-e-identidad-personal.pdf
Néspolo, J. “El problema de la identidad narrativa en la filosofía de Paul Ricoeur” https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/05/Nespolo-El-problema-de-la-identidad-narrativa.pdf
Ricoeur, P. Tiempo y Narración III: https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2022/02/Paul-Ricoeur-tiempo-y-narracion-III.pdf
Ricoeur, P. Sí mismo como otro: https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2022/02/ricoeur-paul-si-mismo-como-otro.pdf
Mapa P. Ricoeur: “Identidad narrativa” https://filosofiaenimagenes.com/wp-content/uploads/2023/05/Mapa-P.-Ricoeur-Identidad-narrativa.pdf